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Este blog está destinado especialmente a vosotros, mis alumnos y alumnas. Así pues, la idea nace con el propósito de introducir, de manera constante y permanente, las nuevas tecnologías en nuestra área y en nuestras vidas. Pero no sólo eso, el objetivo fundamental se centra en poder desarrollar la creatividad y la autonomía personal a la hora de aprender Lengua Castellana y Literatura. Para ello, os proporcionaré materiales y recursos variados para que investiguéis por vuestra cuenta y os sintáis protagonistas en vuestra propia educación. Mientras, sed felices.

jueves, 19 de noviembre de 2020

MARAVILLAS DE VOLUNTAD

 

A las tres en punto don Pedro llegaba a nuestra mesa, saludaba

a cada uno de los concurrentes, pronunciaba para sí unas

frases indescifrables y silenciosamente tomaba asiento. Pedía

una taza de café, encendía un cigarrillo, escuchaba la plática,

bebía a sorbos su tacita, pagaba a la mesera, tomaba su sombrero,

recogía su portafolio, nos daba las buenas tardes y se

marchaba. Y así todos los días.

¿Qué decía don Pedro al sentarse y al levantarse, con cara

seria y ojos duros? Decía:

—Ojalá te mueras.

Don Pedro repetía muchas veces al día esta frase. Al levantarse,

al terminar su tocado matinal, al entrar o salir de casa —a

las ocho, a la una, a las dos y media, a las siete y cuarto—,

en el café, en la oficina, antes y después de cada comida, al

acostarse cada noche. La repetía entre dientes o en voz alta;

a solas o en compañía. A veces solo con los ojos. Siempre con

toda el alma.

Nadie sabía contra quién dirigía aquellas palabras. Todos ignoraban

el origen de aquel odio. Cuando se quería ahondar en el

asunto, don Pedro movía la cabeza con desdén y callaba, molesto.

Quizá era un odio sin causa, un odio puro. Pero aquel

sentimiento lo alimentaba, daba seriedad a su vida, majestad

a sus años. Vestido de negro, parecía llevar luto de antemano

por su condenado.

Una tarde don Pedro llegó más grave que de costumbre. Se

sentó con lentitud y en el centro mismo del silencio que se hizo

ante su presencia, dejó caer con simplicidad estas palabras:

—Ya lo maté.

¿A quién y cómo? Algunos sonrieron, queriendo tomar la

cosa a broma. La mirada de don Pedro los detuvo. Todos nos

sentimos incómodos. Era cierto, allí se sentía el hueco de la

muerte. Lentamente se dispersó el grupo. Don Pedro estaba

más serio que nunca, un poco lacio, como un astro quemado

ya, pero tranquilo, sin remordimientos.

No volvió al día siguiente. Nunca volvió. ¿Murió? Acaso le faltó

ese odio vivificador. Tal vez vive aún y ahora odia a otro.

Reviso mis acciones. Y te aconsejo que hagas lo mismo con las

tuyas, no vaya a ser que hayas incurrido en la cólera paciente,

obstinada, de esos pequeños ojos miopes. ¿Has pensado

alguna vez cuántos —acaso muy cercanos a ti— te miran con

los mismos ojos de don Pedro?

                                                                                                                        Octavio Paz


1. Realiza un resumen del texto. 

2. ¿Qué modalidad textual presenta el texto?

3. Establece la estructura del relato. 

4. ¿ Qué función del lenguaje aparece en el párrafo subrayado? Justifica tu respuestas. 

5. Analiza los rasgos lingüísticos que caracterizan al texto.  





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